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Mujeres asisten a una vigilia en conmemoración de las víctimas de violencia de género en las afueras del Congreso Nacional en Quito (Ecuador). 25 de noviembre de 2021 Fotografía: ONU Mujeres/Johis Alarcón.
Mujeres asisten a una vigilia en conmemoración de las víctimas de violencia de género en las afueras del Congreso Nacional en Quito (Ecuador). 25 de noviembre de 2021 Fotografía: ONU Mujeres/Johis Alarcón.

La violencia de género, que ya era una crisis mundial antes de la pandemia, se ha intensificado desde el brote de COVID-19. Los confinamientos y otras restricciones en la circulación han obligado a las mujeres a quedar atrapadas con sus agresores, aisladas del contacto social y redes de apoyo. La profundización de la precarización económica ha limitado aun más la capacidad de muchas mujeres de abandonar situaciones abusivas. La inestabilidad social y económica provocada por la pandemia de COVID aumentará también el riesgo de matrimonio infantil, mutilación genital femenina y trata de personas. Al mismo tiempo, la pandemia ha expuesto a las líderes a reacciones violentas, amenazas, abusos y acoso en línea y fuera de ella. La violencia perpetrada contra mujeres líderes puede impedir que estas lleven a cabo sus tareas, independientemente del cargo que ocupen.

¿Qué pueden hacer los Gobiernos?

  • Aumentar los recursos destinados a refugios, líneas de atención y otros servicios de modo de satisfacer la creciente demanda.
  • Proteger de la violencia de género a las mujeres líderes electas y aquellas no electas por sus electorados. Las iniciativas de protección y lucha para enfrentar la violencia contra las mujeres en la política deben tener en cuenta a las mujeres de todos los cargos públicos, incluidas las funcionarias y las expertas.
  • Tener en cuenta las necesidades de comunicación de las adultas mayores y de mujeres con acceso limitado a las TIC; por ejemplo, estableciendo sistemas de notificación de emergencias en farmacias y tiendas de alimentos.
  • Instrumentar canales de información y comunicación accesibles para las mujeres con discapacidades.
  • Difundir campañas públicas de sensibilización, en especial las destinadas a hombres y niños.
  • Elaborar e implementar medidas que atiendan la violencia en línea y a través de las TIC.
  • Aumentar la financiación de las organizaciones de mujeres. Según las pruebas disponibles, el fortalecimiento de las organizaciones de mujeres es uno de los factores fundamentales para lograr cambios positivos mediante políticas para poner fin a la violencia contra las mujeres.
  • Garantizar la independencia económica de las mujeres permitiendo el acceso y el control sobre ingresos periódicos, seguros y a largo plazo.

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