Desde mi perspectiva: Anisa Marama
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Hace 60 años que vendo en el mercado de Suva. Me gusta porque me mantiene activa; prefiero estar allí y no encerrada en mi casa, y es mejor ganar mi propio dinero que depender de mis hijas e hijos. Dejé de ir a la escuela cuando tenía siete años porque mis padres no podían afrontar el gasto; en cambio, ayudaba con las tareas del hogar.
La convivencia con mi esposo era difícil. Cuando se quedó sin contrato nos mudamos a Suva y empecé a vender en el mercado. Mi esposo no consiguió otro empleo y debí esforzarme mucho. Mi única posibilidad era hacer algo que permitiera sobrevivir a la familia. Todo el dinero que ganaba se usaba para mis hijas e hijos. Eso es lo que me motiva a volver, día tras día.
Me levanto a las 5:30 de la mañana todos los días para llegar al mercado a las 6:55, y me quedó allí hasta cerca de las 18 horas. En un día bueno puedo ganar FJD100 (50 dólares) pero a veces me paso el día sentada sola y no vendo nada.
Desde que empecé a ir al mercado ha habido muchos cambios, y me alegro de ver aquellos que mejoran la vida de las vendedoras”.
Anisa Marama, de 79 años, es vendedora en el mercado de Suva, la capital de Fiji, y ha participado en talleres sobre conocimientos financieros y organizaciones en el lugar de trabajo que forman parte del proyecto Mercados para el Cambio de ONU Mujeres. Los talleres se ajustan a los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluido el ODS 1 sobre erradicación de la pobreza, que se propone lograr la igualdad de derechos sobre los recursos económicos, y el ODS 8 que reclama el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todas las personas, en especial las mujeres y quienes se encuentran en empleos precarios.
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